
La filosofía nos entrega pautas respecto de estas cuestiones y nos menciona la necesidad de limitar nuestros deseos en pro de lo que es bueno y bello. No todo lo que queremos nos está permitido. El hombre debe actuar sobre la base de la razón, la cual es fundamento de toda moralidad. Por lo tanto, nuestros actos están sujetos a nuestra capacidad de pensar de razonar, por lo que las consecuencias de nuestras decisiones puedan tener consecuencias tanto positivas como negativas para nuestra vida. La Biblia en este sentido nos habla al respecto y nos dice "...todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad." Filipenses 4:8
Pero ¿qué es lo bueno? ¿tal vez puedo establecer mis propios parametros de lo bueno, a modo de justificación, y entonces si puedo hacerlo porque es lo que quiero?
El querer muchas veces esta asociado a deseos, instintos y cuando mencionamos esta palabra inmediatamente se nos viene a la mente un sesgo de prohibido, entonces no queda otra cosa que aceptar el deber porque es lo que otros esperan de mi, lo cual implica actuar en función de otros. Cuando concluyo esto entonces no me cabe duda alguna que no me acerco para nada a la felicidad.
En esta encrucijada ¿querer o deber? esta implicito el ejercicio de la voluntad pero nuevamente nos damos cuenta que no podemos ejercer nuestra voluntad porque estamos condicionados a lo que supuestamente debemos hacer porque es correcto o mejor dicho aceptable pero cuando actuo de esta manera, soy un ser de apariencias, falso y ademas soy un infeliz
Sin embargo, esta experiencia del deber y el querer esta sujeta obviamente a cada individuo y debe tener cierta claridad acerca de lo que verdaderamente prima en su vida, no es lo mismo hablar según estas cuestiones de un cristiano, el cual, funda sus valores y convicciones a la luz de la imagen de Jesús, imagen que muestra una vida de constantes luchas para evadir las tentaciones y poder llevar una vida en armonía con Dios el Padre. Por otra parte, podemos hablar de un ser que funda su experiencia moral en sus propias convicciones, en un ser en que los valores son relativos y aplicables en cada caso según su conveniencia. Frente a lo anterior ¿cuál de los dos logrará alcanzar la felicidad?
Sin embargo, esta experiencia del deber y el querer esta sujeta obviamente a cada individuo y debe tener cierta claridad acerca de lo que verdaderamente prima en su vida, no es lo mismo hablar según estas cuestiones de un cristiano, el cual, funda sus valores y convicciones a la luz de la imagen de Jesús, imagen que muestra una vida de constantes luchas para evadir las tentaciones y poder llevar una vida en armonía con Dios el Padre. Por otra parte, podemos hablar de un ser que funda su experiencia moral en sus propias convicciones, en un ser en que los valores son relativos y aplicables en cada caso según su conveniencia. Frente a lo anterior ¿cuál de los dos logrará alcanzar la felicidad?
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